No juzgó la apariencia de los presentes, no hablo de su inteligencia ni modales, y por un momento el tiempo se detuvo en esa habitación para todos excepto para ella, entonces pudo ver en realidad quien la rodeaba, tras cada risa, cada alago y cada brindis solo había silencio, vacío. Tras ese instante fijo su mirada en el, escondido, mirándola, y sin decir nada, se lo dijo todo.
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